sábado, 8 de marzo de 2014

Alejandro Casona y la censura cinematográfica franquista


Los novelistas, dramaturgos, cineastas e intelectuales que en España sufrieron la dictadura de Franco saben que hay algo peor que la censura. Es la censura arbitraria: sin un código público que señale los límites; sin un dictamen escrito que justifique la prohibición o mutilación; sin un órgano colegiado que equilibre y democratice las decisiones; sin una institución superior ante la que se pueda apelar o “rectificar”; sin una normativa que te defienda de la censura que por su cuenta pueden ejercer sacerdotes, padres de familia, alcaldes, empresarios o cualquier otra fuerza ajena al Estado. En una censura “como Dios manda” sería imposible que se prohibiesen, por ejemplo, "todas" las películas de un determinado actor, director o guionista; que nada más ver su nombre en los títulos de crédito se decidiese parar la proyección y prohibirla; que los censores se asustasen ante la “leyenda” de ese nombre y dejasen que la decisión la tomase una instancia superior, pero sin competencias censoras. Los daños culturales, sociales y económicos de una censura así serían excesivos. Y, sin embargo, todo esto pasó bajo el franquismo.

Basta ver la suerte que tuvo en España el cine de Alejandro Casona, desde su primera película como escritor cinematográfico hasta la última, desde Nuestra Natacha (1936), rodada en Madrid, a La tercera palabra (1955), rodada en México. La censura franquista considera que están firmadas por un intelectual que representa las ideas de la Institución Libre de Enseñanza: laicismo, masonería, coeducación, liberación de la mujer… Los pocos títulos que llegan a las salas españolas sufren cortes, largos periodos de cuarentena o se aprueban porque, en cierto momento de aislamiento internacional, sirven para dar una imagen de tolerancia.



La Institución Libre de Enseñanza, en efecto, es un centro educativo que nace en Madrid en la segunda mitad del siglo XIX ligado al krausismo y el catolicismo liberal. Tiene una influencia fundamental en la reforma educativa que propone la Segunda República y en proyectos como el Patronato de las Misiones Pedagógicas, dependiente del Ministerio de Instrucción Pública. El Patronato de las Misiones Pedagógicas, cuya presidencia ostenta Manuel Bartolomé Cossío, tiene por cometido difundir la cultura y la educación entre la población rural. Se trata de llevar libros, música, cine y teatro a un pueblo analfabeto y de estudiar las tradiciones y la cultura popular de las zonas más remotas de España. Para dirigir la compañía ambulante encargada de las representaciones teatrales, llamada Teatro del Pueblo, Cossío elige a Alejandro Casona, un joven de origen asturiano que había conseguido una plaza de inspector de enseñanza en Madrid. El franquismo, en cambio, considerara a la Institución Libre de Enseñanza y su labor pedagógica como una de las causantes de la guerra civil,  por  lo que cerrará el centro y perseguirá a sus miembros, la mayoría, como Casona, huidos y en el exilio.




En concreto, del total de películas escritas por Alejandro Casona entre 1936 y 1955, una veintena, solo nueve se intentaron importar a España y cabe pensar que el resto no llegó por lo que pasó con estas. De esas nueve, siete fueron prohibidas para siempre, permanecieron en cuarentena durante años o bien sufrieron algún corte, en especial (y este es el documento que analizamos en esta entrada), el título de crédito que mencionaba a Alejandro Casona.  ¿Qué prohibió el franquismo, qué quería prohibir o qué contenido borró al actuar así? Desde luego, cercenó lo que era más personal del autor, ese realismo poético que define su obra, ese enfrentamiento entre realidad y fantasía, un mundo desligado de lo contingente, pero no del hombre, como diría el propio autor. Pero, sobre todo, se persigue, como decimos, el espíritu de la Institución Libre de Enseñanza: el poder emancipador de la educación, la necesidad de renovar su pedagogía, la liberación de la mujer, la vuelta a la naturaleza, la denuncia de las circunstancias que llevan al hombre al mal, al sufrimiento y hasta el suicidio, etc. Cuando en los expedientes de censura aparecen palabras como "utopía", "bondad filantrópica", "roussoniano" o "morboso espíritu" se está aludiendo a todo ello. Porque también el cine de Casona está lleno de personajes y situaciones relacionadas con el principio krausista del poder de la educación y hasta se podría aplicar a su cine aquella frase, aquí dicha sin ninguna intención despectiva, de que "se ve al maestrillo de escuela". Parece que también los censores franquistas vieron al maestro krausista y, por temor a los efectos de su cine entre el público español, miraron con lupa su obra cinematográfica. En los próximos meses Revista de Literatura del CSIC publicará un artículo en el que se detalla todo esto.




Título
Año

La maestrita de los obreros 
1941
CRÉDITO CENSURADO: Libro cinematográfico de ALEJANDRO CASONA sobre la novela homónima de EDMUNDO DE AMICIS
En el viejo Buenos Aires 
1942
CRÉDITO CENSURADO: Guión y diálogos de ALEJANDRO CASONA, PEDRO MIGUEL OBLIGADO
Casa de muñecas 
1943
Prohibida-Corte del crédito-Aprobada. Versión cinematográfica de Alejandro Casona
Los árboles mueren de pie 
1951
CRÉDITO CENSURADO: Libro original y adaptación cinematográfica de  ALEJANDRO CASONA
No abras nunca esa puerta 
1952
PROHIBIDA. Luego Aprobada. CRÉDITO CENSURADO: Adaptación y diálogos de ALEJANDRO CASONA
Si muero antes de despertar /El vampiro acecha
1952
CRÉDITO CENSURADO
Un ángel sin pudor 
1953
PROHIBIDA
Siete gritos en el mar 
1954
PROHIBIDA
La tercera palabra
1956
Prohibida. Luego aprobada

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