El documento que hoy comentamos es, de nuevo, un artículo de
la revista Primer Plano. Se publicó
en el número 215 de 26 de noviembre de 1944 con motivo de la celebración de
tres fechas casi coincidentes: el rodaje
de la primera película falangista, la edición de los primeros 100 números de
NO-DO y la muerte de José Antonio Primo de Rivera, fundador del partido
fascista Falange Española.
El artículo comenta la gran afición al cine de José Antonio
y revela la importancia que Falange da a este medio. El problema son los
escasísimos medios técnicos y profesionales que posee el partido para hacer
realidad un cine falangista. De hecho, la primera película, un acto en el cine
Madrid, el 19 de mayo de 1935, no pudo ser por la torpeza de los operadores de
cámara, que se olvidaron de cargar el tomavistas con película virgen. Por eso
la primera película de Falange es un acto celebrado el 17 de noviembre de 1935
y consiste en un discurso de José Antonio con motivo del Consejo Nacional del
partido. El autor lo llama noticiario porque, en realidad, se trata de una
noticia suelta, de unos pocos metros de celuloide hoy perdido.
Es muy interesante la mención que se hace de El acorazado Potemkin (Bronenósets Potiemkin, 1925 ). Muestra
el odio y rechazo que se siente por el comunismo, pero, implícitamente y al
mismo tiempo, da cuenta de la admiración que el fascismo siente por el poder y
la calidad de la propaganda soviética.
El discurso de José Antonio decía lo siguiente:
Estos que veis aquí con camisas azules y cordones
rojos y negros son los camaradas que integran el Consejo Nacional. Durante dos
días han estado trabajando en abnegado silencio y han conseguido elaborar con
la precisión que es el premio de las tareas en que se pone el alma
declaraciones fundamentales para nuestro movimiento [...] Felices los que
gozamos juntos de esta alta temperatura espiritual. Felices los que tenemos
este refugio contra la dispersión y contra la melancolía del ambiente, porque
fuera de aquí, en otras partes, en esa especie de gran cinematógrafo nacional,
más pequeño que éste y seguramente en vísperas de clausura, que se llama
Congreso de los Diputados, es tal ya la melancolía, es tal el tedio que se
siente, está ya, después de esa bazofia turbia que acabamos de tragarnos hace
unos días, y de la que han tratado de darnos varias raciones más, está ya el
ambiente tan muerto, que los que concurrimos a ese ámbito hemos perdido en
nuestros estómagos hasta la aptitud para la náusea. Aquello se cae a pedazos,
se muere de tristeza [...] Tenemos las caras
bien limpias y los ojos bien claros. Todos los que vienen a pedir sombra a
nuestras banderas para encubrir reminiscencias antiguas, nostalgias espesas de
cosas caducadas y bien caducadas, se alejan pronto de nosotros y luego nos
calumnian o nos deforman. En cambio, los buenos, los que sirven, desde nuestras
filas y desde fuera de nuestras filas, van percibiendo nuestra verdad.
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