miércoles, 7 de mayo de 2014

La primera película de la Falange

El documento que hoy comentamos es, de nuevo, un artículo de la revista Primer Plano. Se publicó en el número 215 de 26 de noviembre de 1944 con motivo de la celebración de tres fechas casi coincidentes:  el rodaje de la primera película falangista, la edición de los primeros 100 números de NO-DO y la muerte de José Antonio Primo de Rivera, fundador del partido fascista Falange Española.

El artículo comenta la gran afición al cine de José Antonio y revela la importancia que Falange da a este medio. El problema son los escasísimos medios técnicos y profesionales que posee el partido para hacer realidad un cine falangista. De hecho, la primera película, un acto en el cine Madrid, el 19 de mayo de 1935, no pudo ser por la torpeza de los operadores de cámara, que se olvidaron de cargar el tomavistas con película virgen. Por eso la primera película de Falange es un acto celebrado el 17 de noviembre de 1935 y consiste en un discurso de José Antonio con motivo del Consejo Nacional del partido. El autor lo llama noticiario porque, en realidad, se trata de una noticia suelta, de unos pocos metros de celuloide hoy perdido.
Es muy interesante la mención que se hace de El acorazado Potemkin (Bronenósets Potiemkin, 1925 ). Muestra el odio y rechazo que se siente por el comunismo, pero, implícitamente y al mismo tiempo, da cuenta de la admiración que el fascismo siente por el poder y la calidad de la propaganda soviética.
El discurso de José Antonio decía lo siguiente:
Estos que veis aquí con camisas azules y cordones rojos y negros son los camaradas que integran el Consejo Nacional. Durante dos días han estado trabajando en abnegado silencio y han conseguido elaborar con la precisión que es el premio de las tareas en que se pone el alma declaraciones fundamentales para nuestro movimiento [...] Felices los que gozamos juntos de esta alta temperatura espiritual. Felices los que tenemos este refugio contra la dispersión y contra la melancolía del ambiente, porque fuera de aquí, en otras partes, en esa especie de gran cinematógrafo nacional, más pequeño que éste y seguramente en vísperas de clausura, que se llama Congreso de los Diputados, es tal ya la melancolía, es tal el tedio que se siente, está ya, después de esa bazofia turbia que acabamos de tragarnos hace unos días, y de la que han tratado de darnos varias raciones más, está ya el ambiente tan muerto, que los que concurrimos a ese ámbito hemos perdido en nuestros estómagos hasta la aptitud para la náusea. Aquello se cae a pedazos, se muere de tristeza  [...] Tenemos las caras bien limpias y los ojos bien claros. Todos los que vienen a pedir sombra a nuestras banderas para encubrir reminiscencias antiguas, nostalgias espesas de cosas caducadas y bien caducadas, se alejan pronto de nosotros y luego nos calumnian o nos deforman. En cambio, los buenos, los que sirven, desde nuestras filas y desde fuera de nuestras filas, van percibiendo nuestra verdad.

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