Enrique Jardiel Poncela nace en 1901 en el seno de una familia de clase media e ilustrada. Su padre, Enrique Jardiel Agustín, era periodista y su madre, Marcelina Poncela, pintora. Aficionado a escribir sobre sí mismo, se retrata como un hombre feo, bajo, delgado, de rostro afilado y pelo negro. Su carácter, confiesa, es muy variable. Va por oleadas y situaciones. Puede ser tímido y audaz, trabajador infatigable y vago redomado, malhumorado y simpático, alegre y depresivo, vanidoso y modesto. Con ciertas mujeres es misógino y hasta cruel, con otras, delicado y sensual.
Alumno poco aplicado, abandona los estudios tras la muerte de su madre y comienza a trabajar en la prensa diaria y en la prensa humorística. Publica cientos de artículos y de cuentos y también escribe más de veinte obras teatrales en colaboración con Serafín Adame. En 1927, logra una gran popularidad con su primera comedia en solitario, Una noche de primavera sin sueño. En 1928, alcanza un éxito similar con la novela, Amor se escribe sin hache. Durante los años siguientes, continúan los triunfos, tanto en el teatro, Margarita, Armando y su padre (1931), Un adulterio decente (1935), como en la novela, Pero… ¿hubo alguna vez once mil vírgenes? (1931), La “tournée de Dios (1932), etc.
Esta producción literaria le ratifica como un autor capaz de aunar experimentación formal y éxito popular. Siguiendo a la vanguardia artística, en su humorismo hay un rechazo de la sociedad, una crítica de las convenciones y de la moral y una atracción por el juego, la crueldad, la locura y el erotismo. Jardiel, en efecto, rompe con la lógica del lenguaje y con la verosimilitud de la acción, si bien la mayor parte de las veces termina por hacer concesiones, de modo que las frases sin sentido, el disparate, los monólogos incoherentes o las salidas extemporáneas concluyen con un final convencional.
Esta brillante trayectoria literaria, y su amistad con José López Rubio, que se encuentra en Hollywood empleado como guionista, le proporcionan un contrato de seis meses para trabajar en el Departamento Exterior de la productora de películas norteamericana Fox Film. En realidad, Jardiel ya había intervenido en el cine. En 1927, adapta para la pantalla la obra de Carlos Arniches Es mi hombre, dirigida por Carlos Fernández Cuenca. Su contrato con Hollywood está relacionado con la llegada del cine sonoro. La necesidad de rodar películas en distintos idiomas supone un momentáneo descalabro para aquellas cinematografías que, como la de Estados Unidos, basan su industria en el comercio internacional de películas. Digo descalabro momentáneo porque las “mayors” norteamericanas esperan aprovechar su ventaja tecnológica para lograr con sus filmes hablados una mayor penetración en los mercados exteriores, ya que una buena parte del resto de las cinematografías carecen de estudios con equipos sonoros: son incapaces de rodar películas habladas. De este modo, en 1929 Hollywood inicia una política cinematográfica basada en rodar versiones en distintos idiomas de sus grandes éxitos en inglés e, incluso, se ruedan películas en un idioma único pensadas para exhibirse en su área cultural. Naturalmente, esta política implica la contratación de actores y escritores de múltiples nacionalidades: franceses, italianos, españoles, mejicanos, etc. Todos ellos se trasladan a Hollywood o bien a los estudios franceses Des Réservoirs, abiertos por la Paramount en Joinville-le-Pont (París). Entre los numerosos intelectuales y artistas españoles que participan de esta experiencia se encuentran la actriz Catalina Bárcena, el director Benito Perojo, el escritor Gregorio Martínez Sierra, que supervisa la producción en castellano de la empresa Fox, y varios compañeros de generación de Jardiel, como Tono, Neville o López Rubio. Para diferenciar esta producción del cine rodado en España, se acuña la expresión “películas habladas en español o castellano”.
En concreto, Jardiel se traslada a Hollywood en septiembre de 1932. Según su testimonio, en su decisión de irse a Estados Unidos, no existe la menor pretensión de convertirse en cineasta. Tan sólo espera conocer el país y ganarse de paso unos miles de dólares. En realidad, aunque el cine le parece una expresión artística menor, desea trabajar en los estudios porque encuentra películas y cineastas que muestran sus enormes posibilidades y, sobre todo, le tienta su capacidad para arrastrar al público. Él mismo confiesa que va mucho más al cine que al teatro. Ahora bien, lejos de asumir cada vez mayores responsabilidades, acercándose a su objetivo de emular a Chaplin, el “verdadero genio de todas las épocas”, sus funciones en el estudio son más bien subalternas, es decir, subordinadas a la cadena de producción. Su primer trabajo, por ejemplo, consiste en la adaptación de diálogos para el doblaje al castellano de las películas El beso redentor (Wild girl, 1932) y Seis horas de vida (Six hours to live, 1932). Luego escribe la adaptación y los diálogos de dos películas habladas en español protagonizadas por el actor José Mojica: El rey de los gitanos (1933) y La melodía prohibida (1933). También ayuda a José López Rubio en la adaptación y diálogos de dos obras de Gregorio Martínez Sierra, Primavera en Otoño (1933) y Una viuda romántica (1933), en las que, asimismo, interviene como actor. Y, sobre todo, se ocupa de que los actores mejicanos, panameños, venezolanos y demás artistas hispanos que trabajan para la Fox hablen un castellano que se entienda tanto en Iberoamérica como en España, evitando acentos y modismos locales no requeridos por la acción. Los desaguisados lingüísticos de muchas películas habladas en castellano habían levantado las iras de los intelectuales españoles, y hasta de la propia Real Academia de la Lengua Española.
Finalizado el contrato, Jardiel regresa a España. Según su versión de los hechos, rescinde el compromiso con la Fox antes de tiempo, rechazando una nueva oferta por el doble de dinero. Quiere dejar Estados Unidos porque los continuos terremotos en California provocan docenas de muertos y, además, la situación económica es muy mala, ya que los bancos han cerrado.