Louis Althusser señala en “Ideología
y aparatos ideológicos del estado” que aparatos represivos y
aparatos ideológicos trabajan juntos y que los aparatos represivos tienen una
faceta ideológica y los aparatos ideológicos, una faceta represiva. Esto se puede ver muy bien en esta entrada en
el que vamos a estudiar cómo la represión franquista intenta llegar hasta los
profesionales del cine argentino para evitar que hagan propaganda o ayuden a la República.
En efecto, el
15 de septiembre de 1938, en la portada de su número 934, la revista Imparcial Film publica un artículo
titulado “El Gobierno de Burgos dio a la publicidad una lista de artistas y
escritores argentinos no gratos”. La información proviene de la agencia
Cinepress y dice que el gobierno de Burgos ha dado publicidad a un “decreto”
que prohíbe en todo su territorio las películas y las obras teatrales y
musicales en las que intervienen una serie de artistas argentinos o
residentes en la Argentina que han demostrado
su solidaridad con el gobierno de la República. La lista incluye figuras como
Libertad Lamarque, Ángel Magaña, Margarita Xirgú, Francisco Petrone, Roberto
Fugazot o Armando Discépolo. Los hay emigrados (Enrique Arellano), repatriados
(podríamos considerar en esta categoría a Roberto Fugazot, aunque no lo es), refugiados (Margarita Xirgu),
ciudadanos argentinos (Libertad Lamarque) o hispanos en el cine argentino
(Esteban Serrador). La lista no la hemos encontrado reproducida en ningún otro
medio, pero sí la vuelve a mencionar el 31 de agosto de 1940 el diario Galicia en su página 12. Galicia es un periódico republicano
publicado en Buenos Aires.
Tabla 3. Artistas y profesionales residentes en Argentina prohibidos por el
franquismo (1938)
ARTISTAS
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Alcardi, Francisco
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Ochoa, ¿Ernesto? (Fernando)
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AUTORES
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Arellano, Enrique
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Otal, José
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Botta, Antonio
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Badajoz, Pepe
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Pacheco, Encarnación
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Bóveda, Xavier
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Bellucie, Daniel
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Paonesa, Marie E.
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Cordone, Rogelio
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Blanco, Félix
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Passano, Ricardo
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Discépolo, Armando
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Bono, Juan
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Pastore, Raimundo
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Eichelbaum, Samuel
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Bustamante, Ricardo
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Petrone, Francisco
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Goicohechea, Carlos
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Cárpena, Homero
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Pirivano, Hilda
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Gómez Masía, Román
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Castelli, Malva
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Pisano, Alfonso
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González Pacheco, R.
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Chiola, Sebastián
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Podestá, María E
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Guibourg, Augusto
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Clemente, J.A.
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Poli, Manuelita
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Guibourg, Edmundo
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Coire, Ernesto
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Puertolas, Benita
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Heras, Samuel
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Córdoba, Rufino
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Pugliese, Ana María
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Medina Onrubia, Salvadora
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Corona, Juan
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Quintanilla, Héctor
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Palazzolo, Octavio
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Cortés ,Fernando
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Renato, Julio
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Pico Pedro, E.
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Cortés, Mary
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Rimaldi, Leonor
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Saldías, Juan A.
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Cortesina, Helena
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Rosen, Rosa
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Sofovich, M.
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Fernández, Severo
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Sandrini, Eduardo
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Suero, Pablo
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Fregues, Nicolás
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Serrador, Esteban
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Tiempo, César
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Fugazot, Roberto
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Sevilla, Anita
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Yunque, Álvaro
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Gamas, María E.
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Tocci, Pedro
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Zamora, Antonio
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Gambier, Niní
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Vales, José
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Harbín, Lalo
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Vela, Antonio
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COMPOSITORES
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Lamarque, Libertad
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Vera, Victoria
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Ducler, David
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Las Heras, Amanda
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Vicuña, Pablo
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Maiztiegui, Isidro
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Ligero, Miguel
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Villa, Óscar
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Malerba, Alfredo
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López Bretón, Daniel
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Virán, Carlos
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Merico, A.
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López Lagar, Pedro
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Volpe, Antonia
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Prim, Cauvilla
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Magaña, Ángel
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Volpe, José Castro
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Soifer, A.
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Mangiante, Juan
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Xirgú, Margarita
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Sin embargo,
la lista o su aplicación son dudosas. A favor de su verosimilitud está el hecho
de que, en el verano
de 1939, a Ricardo Urgoiti también le llega el rumor de que en España “hay veto para algunos artistas argentinos” (RU/13/01/24-2). Por otra parte, que el franquismo confeccionase
una lista negra con profesionales del cine no era algo nuevo. Ya lo había hecho
con los artistas norteamericanos que así mismo se manifestaron a favor de la
República y también con los artistas españoles republicanos.
En febrero de 1937, en
efecto, un organismo de los aparatos ideológicos del estado, la Delegación del
Estado para Prensa y Propaganda, recibe una carta del servicio secreto (aparato
represivo) para que castigue la colaboración con el enemigo de, entre otros, los
actores James Cagney, Charlie Chaplin, Joan
Crawford, Douglas Fairbanks Jr., Errol Flynn, Fredric March y Paul Muni; los
directores Anatol Litvak, Lewis Milestone y King Vidor; y los guionistas
Lillian Hellman , Dudley Nichols y Upton Sinclair. A todos se les acusa de
participar en un acto de adhesión a la República y se prohíben sus películas en
España. También existen cargos contra los miembros del equipo de la película Bloqueo. La lista negra franquista
afecta a tantas películas que supone todo un descalabro económico para las
empresas norteamericanas en España. Pero el 31 de enero de 1938, después de
toda una serie de reclamaciones, Estados Unidos consigue que la prohibición no
afecte a las películas estrenadas antes del 18 de julio de 1936. Poco después
desaparecen de la lista algunos nombres cuya colaboración no parece probada,
como Errol Flynn, Joan Bennett o Madeleine Carroll. Finalmente, el 2 de abril
de 1940 la Subsecretaría de Prensa y Propaganda levanta el veto para todos los
títulos que hasta ese momento se encuentren en España. Ahora bien, se prohíbe
que en la publicidad de esas películas se mencionen los nombres de los
profesionales enemigos.
En cuanto a los trabajadores de la industria
del cine español, los delitos de que se les acusa son los siguientes: militar
en partidos, sindicatos y asociaciones republicanas (José Alted, Marcos Alcón,
Pedro Calzada, Miguel Espinar, Santiago Ontañón): escribir artículos de cine en
la prensa “roja” (Felix Marquet, Florentino Hernández Girbal, Armand Guerra,
Mateo Santos); estar suscrito a esa prensa (Rosita Díaz Gimeno); ofrecer
donativos (Gonzalo Menéndez Pidal, Ana María Custodio); actuar en actos
benéficos (Catalina Bárcena); y firmar manifiestos a favor de la República y en
contra del fascismo (Eduardo Ugarte, Luis Buñuel y Rodolfo Halffter). Si se
libran de la muerte o de la cárcel, la sanción más común es prohibir que el
profesional trabaje en el cine o prohibir su nombre en la publicidad de sus
películas, ya sean nuevas o rodadas antes del Alzamiento, ya estén los
profesionales en España, como las actrices Pastora Peña y Lupe-Sino, o se
hallen en el exilio, como el director Josep Amich i Bert, el operador José
María Beltrán, la actriz Rosita Díaz Gimeno o el actor Angelillo. En la etapa
más dura del régimen, el Sindicato Nacional del Espectáculo pide informes
políticos antes de conceder el carnet profesional que permite trabajar en el
cine español. El Departamento Nacional de Cinematografía también pide informes
políticos de los profesionales y empresarios antes de dar el permiso de rodaje
de una película, el instrumento administrativo que se crea para controlar a los
trabajadores y para asegurarse que se sigue lo dictado en la censura del guion.
En ocasiones, ambos organismos pueden recibir informes policiales que muestran
que este o aquel profesional antes de la guerra fue masón, comunista,
socialista, anarquista o miembro de cualquier otra militancia reprobable y, por
lo tanto,debe ser “depurado".
Otro
argumento a favor de la verosimilitud de la lista es que, en efecto, contiene,
como en el caso de la norteamericana, nombres de artistas que han colaborado en
actos a favor de la República, como son Libertad Lamarque y Ángel Magaña, o
profesionales que están trabajando en películas a favor de la República, como
es el caso de los profesionales involucrados en el rodaje en Argentina de Bodas de sangre (1938). Hay que recordar
que las estrellas teatrales y cinematográficas llevan utilizándose
propagandísticamente desde, al menos, la Primera Guerra Mundial. En Argentina, Margarita Xirgu, por parte republicana, y Lola Membrives, por parte
nacionalista, son las dos grandes figuras que con su apoyo tratan de captar
adeptos y justificar a cada uno de los contendientes.
Ahora bien,
la lista es dudosa porque es incompleta. No están en ella todos los
profesionales que nos consta intervienen en eventos a favor de la República.
Falta, por ejemplo, el director Luis Saslavsky, que el 14 de
septiembre de 1936 firma con otros intelectuales un telegrama de protesta al
general Cabanellas por el asesinato de Lorca. No aparece tampoco Enrique Muiño,
que se expresa a favor de la democracia en República Española. En parte, esa ausencia puede
deberse a que su pronunciamiento público es posterior a la confección de la
lista. Como los actores Agustín Irusta, Fernando Ochoa y
Orestes Caviglia que el 12 de octubre de 1938, junto a Libertad Lemarque,
intervienen en un festival artístico en el Luna Park para recaudar dinero
destinado a comprar víveres para la España leal. También faltan Florencio
Parravicini y Tito Luisiardo, que el 12 de febrero de 1939 participan en un
acto a favor de los niños republicanos refugiados en Francia.
En su libro
sobre los argentinos en la Guerra Civil Española, Ernesto Goldar añade los
siguientes nombres relacionados con el cine argentino que firman manifiestos,
hacen declaraciones o participan en actos a favor de la República Española: el
compositor y cantante Ignacio Corsini, el músico Isidro Maiztegui, los escritores y guionistas Claudio Martínez Payva, Bernardo Verbitsky, Conrado
Nalé Roxlo y Enrique Amorím, este último uruguayo, el letrista, dramaturgo y guionista Alberto
Vacarezza, el crítico y guionista Roberto Alejandro Tálice, el cineasta y escritor Alcides Greca, el actor y
director Orestes Caviglia, los actores Hugo del Carril, Mario Fortuna, Luis
Arata, Santiago Gómez Cou,
Miguel Faust Rocha, Dringue Farías,
Severo Fernández, Alberto Anchart (padre) y Pepe Arias y las actrices Maruja Gil Quesada,
Nedda Francy, Sofía Bozán, Olinda Bozán, Mercedes Simone, Paulina Singerman,
Eva Franco, Azuzena Maizani, Elsa
O’Connor, Margarita Padín, Pierina Dealessi y Delia Garcés (1986, págs. 199 y 200).
En segundo
lugar, la lista es dudosa porque, salvo el caso mencionado de Galicia, ningún otro medio argentino se
hizo eco de la noticia o, al menos, nosotros no lo encontramos en la pesquisa
que realizamos. Tampoco en la documentación archivística española hay
reclamaciones de las autoridades argentinas, de las empresas o de los
profesionales para impedir que se aplique por el daño económico que supondría,
pues en ese momento, la España franquista está volviendo a autorizar las
importaciones de películas y llegarán a España títulos de, por ejemplo,
Libertad Lamarque, como Madreselva
(1938). Aunque parece que, según el
mencionado artículo de Galicia, la
censura española obliga a que se suprima en los créditos de la película la palabra
“Libertad” del nombre de la artista. Finalmente, hay en la lista hay una mezcla
de nombres españoles y argentino y algunos de esos nombres son de personas que,
en realidad, son partidarias de Franco, como Miguel Ligero.
No
conocemos que el bando republicano confeccionase una lista similar contra los
artistas argentinos que se pronunciaron a favor de Franco, algunos tan
destacados como: la actriz y cantante Tita Merello, una de
las máximas estrellas del cine argentino de aquel momento por películas como ¡Tango! (1933), Ídolos de la radio (1935), Noches
de Buenos Aires (1935) o La fuga (1937); la actriz Lola
Membrives, la principal actriz argentina de teatro, hija de inmigrantes
españoles, y para la que escriben algunos de los principales dramaturgos
españoles, como los hermanos Alvarez Quintero o Jacinto Benavente; Pedro
Oligado, poeta, ensayista y guionista de películas tan importantes como La chismosa (1938), Albéniz (1947), Alma fuerte
(1949), premio Cóndor al mejor argumento original, y El grito sagrado (1954); Manuel Gálvez, cuya novela Nacha Regules se llevará al cine en
1950; o el escritor, periodista y
político Hugo Wast, seudónimo de Gustavo Adolfo Martínez Zuviría. Este último
firma un manifiesto a favor de Franco en 1937. Luego, siendo uno de los escritores predilectos de Pessano, el jefe del
Instituto de Cine, escribe o colabora en las adaptaciones de sus novelas
La que no perdonó (1938), La casa de los cuervos (1941) o Valle negro (1943). En 1944 llega a ser
ministro de Educación, pero deja el cargo al verse envuelto en un caso de
espionaje nazi.
Desde luego,
la prensa republicana, en España y Argentina, sí denuncia ciertos profesionales
y pide a los lectores que actúen en consecuencia. En la Argentina, el 18 de
julio de 1937, Galicia publica una
lista de artistas españoles y argentinos que han participado en un acto a favor
de la España de Franco. Entre los nombres, aparecen artistas ya mencionados por
su apoyo a Franco, como Eduardo Marquina y Lola Membrives, y otros nuevos, como
el actor argentino Pepe Arias (que otros citan como favorable a la República),
el actor español emigrado a la Argentina Narciso Ibáñez Menta y Prudencia
Grifell, de la Compañía María Guerrero y Díaz de Mendoza, que se trasladaría a
México y desarrollaría una importante carrera cinematográfica.
En la España
Republicana, el ABC de Madrid de 6 de
abril de 1937 acusa, por ejemplo, al actor Juan Landa, al cineasta Antonio de
Obregón y, sobre todo, a Lola Membrives, de la que se dice que bate record de
adhesión a Franco, (pág. 12). La
Vanguardia de 29 de septiembre de 1937 acusa a Imperio Argentina, Florián
Rey y Benito Perojo por sus rodajes en Berlín. En los meses siguientes,
Carrasco de la Rubia, periodista de La
Vanguardia, amplia la lista con Miguel Ligero, Raquel Rodrigo y Estrellita
Castro y pide a la Junta Interventora de Espectáculos públicos que prohíba el
reestreno de una película de Perojo y Ligero, cuyo nombre no se indica. De
hecho, el 30 de abril de 1938 se prohíbe en todo en bando republicano la
película Morena Clara porque su
director y sus artistas principales trabajan con los facciosos y hacen
declaraciones contra el gobierno de la República, un gobierno que les facilitó
de buena fe documentos para salir en el extranjero y que les garantizo su vida
y medios de trabajo (La Vanguardia,
1-5-1938, pág. 7).
Lo más
parecido a una lista negra confeccionada por el bando republicano es una carta
escrita por la embajada española en Argentina, pero se refiere solo a artistas
españoles. En efecto, en 1937, Carlos Arniches,
Eduardo Marquina y Antonio Quintero, además del representante de los autores
españoles en Argentina, solicitan a la Sociedad Argentina de Autores, en manos
de partidarios de Franco, que no se envíen a la España republicana los derechos
de las obras de autores en el bando nacional, ellos incluidos. La Embajada
española en Buenos Aires sugiere entonces que desde la España republicana se
pida a la SGAE que impida que su repertorio sea usado por los simpatizantes del
enemigo que trabajan en Argentina, dejando sin textos a compañías y actores de
una lista formada por: Lola Membrives, Valeriano León, José García León, Manuel
Perales, Luis Calvo, Aurora Redondo, Ernesto Vilches, María Guerrero, sobrina
de la famosa actriz, Fernando Díaz de Mendoza, Irene López Heredia, Mariano
Asquerino, Carlos Díez de Mendoza y la Compañía Alcoriza (Quijada 1991, pág. 245 y 248). También es
una lista incompleta, pues, por ejemplo, la actriz y cantante Gloria Guzmán
participa en algún acto de la Falange argentina.
Cabe pensar que si la lista negra de artistas
de Hollywood pasó de prohibir las películas de todas las personas incluidas en
ella a prohibir solo los nombres de esos artistas en la publicidad de las
mismas, con la lista negra de artistas argentinos, si es que se aplicó, pasase
algo similar. Y si la lista de Hollywood se desactivó con el argumento de que
los artistas habían sido manipulados o habían cambiado de opinión, algo
parecido pudo suceder con los artistas argentinos. Eso explicaría cosas
contradictorias como que un artista argentino aparezca en una lista negra
franquista y, al mismo tiempo, se le dé publicidad en una publicación
franquista. Es lo que sucede con la revista Amanecer¸
editada en Buenos Aires, donde aparecen retratos de Ángel Magaña, José Gola,
Luis César Amadori, Pepe Arias, Paulina Singerman y Catalina Bárcena. Lo que no
cabe duda es de que, en marzo de 1940, la lista de la Subsecretaria de Prensa y
Propaganda de artistas cinematográficos extranjeros cuya publicidad de sus
nombres está prohibida no incluye ningún profesional argentino.
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